
Cabe aclarar que no es un museo oficial, ya que sería imposible que exista semejante cosa del servicio secreto soviético.
El lugar es más bien una colección privada de elementos utilizados en la Segunda Guerra Mundial, y elementos del servicio secreto, también algunas cosas de los nazis, unos cuantos mapas, y videos de la época.
Tal vez el museo no tendría tanto impacto si no fuera por el personaje al que pertenece, y quien es el encargado de hacer la visita guiada y de contarte un poco la historia de lo que allí está expuesto. Este señor, ruso de nacimiento (San Petesburgo o Leningrado para este muchacho), nos explicó la versión Rusa sobre el comunismo, sobre la guerra y sobre los campos de concentración soviéticos. Se puede estar de acuerdo, o no, pero no deja de ser interesante saber el punto de vista de alguien que lo vive tan de adentro. Eso sí, antes de irnos pudimos posar con las armas y sombreros de aquella época.
Antes de continuar, paramos en un restaurant Yugoslavo Gitano que tenía una particular decoración, nos atendieron muy bien, y entre otras cosas tomamos una excelente sopa de tomate.

Luego de tomar el tram que nos llevaría a la cima de un monte que corona la ciudad, comenzamos el recorrido por el castillo. Realmente es imponente, parece una pequeña ciudad en sí mismo. Una gran catedral en el centro, partes de las murallas que sobreviven y varios palacios en su interior.
El recorrido continuó por el barrio de Malastrana, lugar donde solían vivir los más adinerados en tiempos de antaño, y lugar de embajadas y consulados por estos días. Pudimos merendar en un pequeño bar tradicional de este lujoso barrio. De allí nos dirigimos a conocer el "Niño Jesús de Praga", imagen religiosa por demás famosa y considerada milagrosa por los católicos. Aquí en Praga, ciudad más atea del mundo con un 80% de ateos, lo llaman "La Barbie de Praga", ya que a este niño Jesús le cambian los vestidos prácticamente a diario, y uno es más lujoso que el otro.

Por último y para cerrar nuestra visita a esta increíble ciudad, nos juntamos a cenar con unos amigos de Facu que habían venido desde Frankfurt, Alemania para saludarlo. Nuevamente en un restaurant típico, donde probamos el Goulash y otros ingredientes no solo inpronunciables, sino también imposibles de escribir.
Ahora partimos a Berlin, nos vamos de Europa del Este. Nos acercamos a la mitad de nuestro recorrido, y es increíble la cantidad de países, lugares y personas que hemos conocido, y aún queda tanto por recorrer.
Les recuerdo que pueden ver más fotos de los lugares, y de los locos por Europa en:
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