Tan solo llegar a este lugar el ambiente es diferente, la
gente es respetuosa, amable y feliz, los edificios son pintorescos y los
canales y puentes coronan una panorámica increíble.
Si bien en lo primero que uno piensa cuando se escucha
Ámsterdam, es en lo que los locales llaman las dos P, prostitución y porros; la
realidad es que la ciudad tiene mucho más para dar, aunque si es verdad que
estos dos elementos están bastante presentes en todo momento.
Por empezar y para tener idea de lo principal de la ciudad,
nos fuimos al punto de encuentro del Free Tour de Sandeman en la plaza DAM, la
principal de esta ciudad.
Allí nuestro guía Albert, un español realmente apasionado
por esta ciudad, nos llevó a recorrer y a conocer los principales lugares,
costumbres y mitos de esta ciudad.
Pasamos por la entrada del barrio rojo, aunque no ingresamos
ya que había un tour especial para esta zona, al cual acudiríamos a la noche.
Luego pasamos por el Niumarkt que es una especie de pequeño castillo donde
llegaban los barcos y pesaban la mercancía. Pasamos por la casa museo de Anna
Frank (sitio donde estuvo escondida ella y su familia durante dos años),
cruzamos varios puentes y canales, conocimos el palacio real y tuvimos la
posibilidad de conocer un poco más de la mentalidad de los Amsterdamers, donde
todo está permitido si no le haces daño al otro. Por ejemplo tuvimos la oportunidad
de conocer una iglesia católica oculta, ubicada justo en frente de una iglesia
protestante.
Luego de almorzar en el barrio chino de esta ciudad, y de
dar una vuelta por las pintorescas calles, nos dirigimos nuevamente al punto de
encuentro para realizar el que probablemente sea el tour más famoso de
Ámsterdam, el recorrido por el barrio rojo.
Nuevamente Albert nos iba a guiar por estas calles y
pasajes, explicándonos el por qué de este sistema, por qué tantas vidrieras con
mujeres en bikini, por qué tantos lugares donde se puede comprar marihuana
libremente, y como es el sistema que protege a estas personas que trabajan en
este sector de la ciudad.
Nos contó que lo que intenta este sistema es proteger a las
trabajadoras, ya que ellas están inscriptas como monotributistas, pagan
impuestos y tienen las habilitaciones correspondientes, entonces el estado debe
protegerlas. Tienen en sus cabinas también un botón de pánico, que al ser
presionado dos veces, comienza a sonar una alarma y se activan los sistemas de
seguridad.
La verdad que la mentalidad de los habitantes y gobernantes
de esta ciudad sorprende tanto o más que su arquitectura o canales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario