martes, 10 de marzo de 2015

Dejamos Venecia, pasamos por Trieste y llegamos a Zagreb!



Después de haber recorrido de punta a punta Venecia, llego el momento de despedirnos con mucho pesar y sin poder evitar mirar atrás.
Trieste nos esperaba, si bien era solo una escala inevitable camino a la capital croata, no íbamos a desaprovechar las horas que teníamos para recorrerla.


Si bien es una ciudad que se la ve grande y con un puerto de considerable tamaño, en cuanto al turismo suele ser solo un lugar de paso, una escala obligada.
Tiene una gran plaza con un par de palacios alrededor donde funcionan oficinas del gobierno y alguna que otra estatua. Tambien vimos un par de edificaciones con enormes columnas que recuerdan al Partenon Griego, y lo demás que se encuentra en esta ciudad tiene que ver con el mar, algunos veleros, botes y yates.

Es una ciudad tranquila, la gente camina despacio, y todos los restaurants parecen de un gran nivel.

Nos sentamos a comer al lado de una especie de embarcadero conectado con el mar, y luego nos dirigimos a la estación a tomar el bus (extremadamente barato, unos 10 euros) que nos llevaría a Zagreb.

Acá todo es distinto, todo parece tan lejano a nuestra realidad, el bus ademas de ser muy cómodo, tenia internet inalámbrico por lo que nos pasamos el viaje comentando con nuestros amigos lo increible que era todo.

Vimos un poco de nieve, y en el visor del colectivo que indicaba la temperatura, la mínima llegó a 3 grados.

Llegamos a esta bonita capital, tuvimos que caminar un buen rato hasta nuestro hostel pero ya de entrada se nota el cambio de país, el cambio de cultura, el cambio de la gente.
El hostel es pequeño pero incríble, se llama Shappy. Por empezar las habitaciones tienen apertura electrónica mediante tarjeta magnética, los lockers se abren con una especie de brazalete electrónico, y para entrar al hostel despues de las 12, tenes que marcar un código en un pulsador digital.
Ya decía que la gente se notaba diferente, y pudimos comprobarlo al conocer a la recepcionista del hostel, Ilijana dijo que se llamaba (le pedí que escriba su nombre para el post, ya que era imposible entender que decía). Nos explicó absolutamente todo de la ciudad, donde comer, que visitar, y hasta como usar el transporte urbano llamado Tram (una especie de metro que va por la calle a la par de los autos, e incluso frena en los semaforos). La verdad que a diferencia de Italia, sentimos que acá nos trataban realmente bien.

Mañana nos espera un gran día, ya que podremos recorrer esta ciudad, que ya de noche y en un par de horas pinta genial.

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